“Pues aquí estoy madrecita, te vengo a felicitar,
Por las fiestas tan preciosas, que te van a celebrar,
Y a decirte que te quiero sin ningunito interés,
Pues ya todito lo malo, tu lo tendrás que saber…”
Era Diciembre de 1980, lugar, el “Colegio de las Madres” como todavía se le conoce, todo esto en mi lindo Michoacán y así rezaban algunos de los versos de tan hermoso poema de cuyo nombre no puedo acordarme y que en esa ocasión gritaba más que declamar, frente a la Guadalupana e pero como es mas fácil recordar una imagen que una poesía, aun conservo en la memoria y gracias a los garabatos de la luz, aquel “Juan Dieguito” de apenas 7 años, bien parecido como hasta ahora ja ja, vestimenta de manta y sarape de jerga, bigote y barba tupida, carentes de folículos pilosos pero abundantes en cera para lustrar zapatos, imagen sinécdoque del mexicano fiel, sumiso, bueno, a veces muy en el fondo, valiente para defender e irse a los puños sin vacilación si un extraño enemigo, incluso amigo osare recordarle a su madre.
Como ven “Juan Dieguito” no ha cambiado en 5 siglos de historia, eso si, el nombre ha evolucionado gracias a la continua conquista anglosajona que se ha apoderado de todo sobre la faz de la tierra, se extinguieron como los Pepes, los Panchos, las Lupes y las Marías, cediendo su lugar a los modernos y sinsentido: Braians, Britanis y compañía.
Aun así, es difícil no conocer o tener una Lupe en la familia, en mi caso y hasta donde tengo conocimiento, porque la familia es muy vasta, mi abuela, una tía y una prima, comparten el apellido y el nombre, con todas tuve relación, con unas más, con unas menos, con la que más fue con mi “Abue” tal vez porque vivía al otro lado de la barda de adobe pero “ más bien” porque fue como mi segunda madre, solo que más viejita pero mas sabia, más cansada pero mas consentidora, más frágil pero de corazón mas fuerte, en fin, fiue como una versión reloaded o la edición corregida y aumentada, si es que a una madre se le puede corregir.
Por lo que respecta a la Guadalupana, les contaré que siempre me ha acompañado, nací y crecí en un pueblo entre Guadalupano y Carmelita, yo no noto más diferencia que la fecha en el calendario, siempre a mi lado, susurrándome al oído la respuesta del examen, mitigando mis penurias, consolándome en mis penas que mi torpe cerebro transformaba en verdaderas tragedias griegas. McCarney la describe mejor cuando dice: “ When i find myself in times of trouble, Mother Lupe comes to me, speaking words of wisdom…”
¡Felicidades Lupitas¡ Pero sobre todo gracias por lo que le han dado a mi vida.
P.D. Si alguno reconoce aquellos primeros versos, páseme el poema completo, hoy me doy cuenta que el internet no lo sabe todo; mi “abue” decía: “Más vale la tinta mas tenue, que la memoria más privilegiada”, cuanta razón tenía.